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El impacto en los jóvenes de la PSU de este año.

La falta de certeza, sin lugar a duda, produce confusión, lo que provoca ansiedad. Esa es la emoción básica de los jóvenes que en estos días debieron enfrentarse a tener que rendir la PSU. Más allá de lo injusto de este tipo de prueba y del momento complejo en que la debieron rendir, la gran mayoría de nuestros jóvenes siente que esa prueba es la llave o el rito de pasaje hacia el mundo adulto. Ya sea para ingresar a la Universidad a estudiar una carrera, o para formarse en una labor técnica, o para ingresar directamente al mundo del trabajo. En otras palabras, empezar a formar parte de las fuerzas productivas de un país. Pero, la juventud de hoy está más escéptica que antes, más crítica frente al mundo de los adultos; entonces, más ansiosa. Ven una sociedad injusta, discriminatoria, insegura, de cambios acelerados, donde los saberes pasan a ser obsoletos en poco tiempo. Siempre surgen cosas novedosas que atraen. Las formas de hacer las cosas y los valores que pensaban inmutables están cambiando, y ello se produce con tanta rapidez que es difícil saber qué es aquello que merece la pena el sacrificio personal. Algunos jóvenes se rebelan frente a esta sociedad fría y tecnológica que incita a un consumismo carente de sentido. Otros piensan que van a cambiar el mundo. A la incertidumbre del futuro se le suma la juventud. Los jóvenes se caracterizan por ser impetuosos, intensos, y por vivir emociones encontradas. La alegría, la tristeza, la esperanza, la desesperanza, la tranquilidad, la rabia son emociones que los inundan en distintos momentos, incluso en un mismo día, sin entender bien por qué pasa. La valía personal juega un rol importante en esta etapa de la vida. Jung decía que el arquetipo que los caracteriza es el del héroe o heroína, con el que todos y todas, algún día soñamos. A los y las jovenes se les olvida que sólo tienen 17, 18 ó 19 años, y que el futuro no se define en un instante, que se puede esperar. Los resultados de la prueba no son tan determinantes ni mucho menos definen a alguien como persona. Solo muestra los conocimientos de un momento determinado, en que fueron sometidos a una prueba y que respondieron inundados de la ansiedad normal que los habitaba. Desafortunadamente, la experiencia no es trasmitible; pero, quienes estamos cerca de los jóvenes que rinden, rindieron o rendirán la PSU, necesitamos tranquilizarlos, mostrarles cómo el susto y la ansiedad pasarán y sin lugar a dudas lograrán encontrar caminos alternativos a lo que pensaron que era lo mejor en un momento tan complejo de la vida. Verán que los senderos por los que transitar son muchos y variados. No existe una forma única de encontrar el lugar que ocupar en el mundo, y lo más importante es tener claro que la incertidumbre agobia y que las buenas decisiones se toman desde una emoción de calma. Lo importante es que el futuro laboral que elijan les permita tener ganas de levantarse cada mañana y encontrarle sentido a la vida que elijan seguir. Tal vez es un buen momento para esperar, no apurarse y tener la paciencia, no fácil en la juventud, para tomar la mejor decisión, aunque para ello se tenga que esperar todo un largo año.


Ana María Zlachevsky